ecologismo

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El movimiento ecologista ha sido engullido en poco tiempo por la capacidad asimiladora del sistema social. Gustosamente enredado en la trampa burocrática de las estructuras administrativas, con un discurso acomodaticio y claudicante, carente de todo planteamiento global, vendido por necesidades de imagen al pragmatismo de lo inmediato y, respetuoso siempre con los fundamentos intocables del sistema (…) ha desembocado finalmente en un cívico reformismo higiénico-sanitario, cuando no en fructífera comercialización del naturismo y la salud (…) ahogado quizá en los botes de pintura con que los ecologistas pretenden teñir de verde el turismo, la moda, el desarrollo, la empresa, el progreso y, en suma, la modernidad y sus formas de vida. Triste destino el de un movimiento que nació pregonando su voluntad de construir un mundo nuevo y acaba reparando a toda prisa las grietas para tratar de impedir que se hunda el viejo. (…) La fusión de la moda ecologista con la mentalidad cientifista y las exigencias de la mercadotecnia genera la expansión de una “conciencia verde”, imprescindible ya para vender cualquier cosa. (…) “Gestión eficaz de los recursos naturales para un desarrollo sostenible” (…) una visión rigurosamente económica y burocrática de la naturaleza (…) Lo que para todas las culturas tradicionales fue templo, la mentalidad moderna lo convierte en almacén (…) es la rendición incondicional de quienes iban para revolucionarios y han terminado plantando flores en los jardines del Nuevo Orden Mundial. (…) El reciclado y las fuentes alternativas de energía, emblemas de la mentalidad ecologista, son un fiel reflejo de su verdadera dimensión: se alteran los procedimientos para dejar intactos los resultados, que quedan de este modo reforzados y justificados (…) el reciclado y las fuentes alternativas de energía pueden resultar saludables siempre que, con una tecnología elemental, se apliquen de forma estricta a necesidades reales, pero se convierten en artimaña solapada cuando, mediatizados por la industria, sirven a necesidades ficticias. (…) Un generador eólico gigante o una central de paneles solares son monstruos no mucho menos aborrecibles que los ingenios a los que pretenden reemplazar. Por doquier el consumismo verde reemplaza al consumismo polícromo del capitalismo convencional. De visión del mundo a metodología de la producción industrial: ése ha sido el camino recorrido por el ecologismo en las últimas décadas. (…) incapaces de entender que los métodos acordes con una forma de vida realmente humana serán por necesidad menos eficaces y menos productivos que los promovidos por la barbarie industrialista, lo que, lejos de ser un inconveniente, es una providencial limitación y una defensa contra el demonio de la desmesura. Nada más irritante que esos cánticos a la eficacia “alternativa” con que algunos ecologistas tratan de competir en productividad, es decir, en majadería y desatino, con los defensores del sistema.

Agustín López Tobajas, Manifiesto contra el progreso (extractos del capítulo IX)

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